Luego de dedicarme casi una década a la docencia, decidí estudiar programación. Decisión que fue basada no en un cambio laboral o búsqueda de nuevas experiencias, sino en la necesidad de extender ese conocimiento al área educacional. Estaba consciente de la necesidad que existe en el mercado para encontrar programadores y mi intención era inculcar el pensamiento computacional en la educación escolar para formar a los programadores del futuro. Yo no era parte del plan. Hasta que me quedé sin trabajo y todo se me vino cuesta arriba.
👩🏽🏫 De la pedagogía a los algoritmos
Me gradué de pedagogía en inglés y comencé a trabajar en un colegio católico en Santiago. Como todo nuevo docente, llegué con mi maleta llena de sueños y metodologías lúdicas que harían mis clases perfectas. Había visto todas esas películas inspiradoras de docentes que cambian el mundo de sus estudiantes, como ‘La sociedad de los poetas muertos’, ‘Los coristas’, ‘Dangerous minds’, ‘La historia de Ron Clark’, etc. Y sí, yo quería ser también uno de esos.
Esa necesidad de hacer mis clases “más entretenidas y significativas” me llevó a buscar diferentes estrategias y a utilizar la tecnología de una manera efectiva para el aprendizaje. Fue ahí cuando me uní a la comunidad de educadores de Microsoft y fui invitada a participar en los encuentros internacionales de educadores que realiza la empresa de la ventanita una vez al año. Estando ahí, conocí profesores de todo el mundo, provenientes de diferentes realidades, todos con mucha energía y una pasión envidiable. Algo que resonó en mí, fue escuchar constantemente que ‘la programación es el lenguaje del futuro, y que deberíamos inculcarlo desde una edad temprana’. Tomé la decisión entonces de comenzar a estudiar programación en un Bootcamp FullStack que duraba 9 meses. Así podría partir con mi maleta de sueños hacia el mundo universitario y formar a los profesores del futuro e inculcarles a ellos la pasión por la educación y la tecnología. Ese era el nuevo plan.
Era un buen plan, todo iba viento en popa. Aprendí los gajes de Front-end con HTML, CSS, un poco de Javascript (JQuery). Tuve que aprender a pensar de una manera completamente diferente, crear métodos y funciones para el Back-end, entender los algoritmos que se me presentaban. Logré crear aplicaciones web con Ruby on Rails, aprendí de base de datos (PostgreSQL), optimización de procesos, arquitectura REST, AWS, Heroku, Git, metodología ágil, entre muchos otros. Fueron 9 meses intensos. La frustración era parte del día a día. Quise renunciar un par de veces, pero ‘ya lo había pagado’, así que seguí avanzando para terminarlo y acabar con el proceso. Y así fue. Logré obtener mi diploma de Full-Stack developer. Ahora podría seguir con mi plan original, y enfocarme en mi nicho, la educación.
💣 Todo se derrumbó…
Unos meses más tarde, al volver de mis vacaciones, me enteré de que no me habían asignado cursos en la universidad debido a una ‘reestructuración’ realizada en enero. Era marzo, y todas las vacantes para docentes ya estaban ocupadas. Por primera vez en mi vida laboral estaba sin trabajo. Por primera vez estaba fuera de mi zona de confort, sin saber qué hacer.
Tenía 3 opciones:
🧐 Hacer clases particulares y en institutos de idiomas (lo que ya sabía hacer)
🚙 Uber
🤩 Hacer un cambio rotundo y lanzarme de cabeza al mundo de la programación (algo nuevo y desafiante)
Considerando que ya estaba fuera de mi zona de confort, y que nada podría salir tan mal, me lancé a la aventura, a los nuevos aprendizajes y los nuevos desafíos. La decisión estaba tomada cuando las dudas comenzaron a aparecer. ¿Cómo podría empezar a trabajar en un mundo desconocido, si no tenía experiencia previa? ¿Cómo empezaría a buscar? El miedo me comenzó a paralizar. El miedo al fracaso, a empezar de 0.
🤓 Sobrepasar la barrera del miedo estudiando lo que busca el mercado
Fue así que comencé a explorar Get on Board diariamente. Fui leyendo los avisos de empleo que ofrecían, los requerimientos, los beneficios, cuáles eran los lenguajes más solicitados. Me convertí en experta en buscar avisos, pero no postulaba a ninguno. No me atrevía a hacerlo. El miedo a hacer el ridículo en una entrevista, de ser seleccionada incluso, me paralizaba.
Cada anuncio que leía lo analizaba. Revisaba las funciones que debía realizar un Full-stack, los lenguajes que debía manejar. Fui haciendo una lista de las herramientas deseables, y las funciones que tendría que realizar. Hice mi ✅ checklist y fui practicando las cosas en las que me sentía más débil (como hacer queries, implementar nuevas gemas en Rails, etc).
Modifiqué mi CV para que se viera ‘más TI’. Escribí una carta de presentación honesta y precisa y me embarqué a mi primera postulación. Quisiera decir que la historia termina aquí, que conseguí ese primer empleo, pero no. Postular a ese primer empleo fue como una fuerza que se apoderó de mi mano, la cual comenzó a postular a muchos otros. El miedo se había ido, pero la vergüenza también. Si hubiese habido un cargo de neurocirujano, habría postulado igual, total, se aprenderá sobre la marcha 🤷🏽♀️.
Fui a varias entrevistas. Respondí relativamente bien las preguntas y continuaba en algunos procesos. El miedo volvió. No me atrevía. Era como ver un conejo en la noche frente a una luz intensa…o a mi mamá tratando de encender el computador (se paralizan).
Me di cuenta de que necesitaba hacer una práctica profesional (a mis 35 años). Solo así me sentiría más tranquila. A pesar de tener cuentas que pagar y un hijo que mantener, tenía ahorros que me ayudarían a sobrevivir unos meses mientras realizaba mi práctica. Fue la mejor elección que pude hacer.
Comencé a postular a prácticas profesionales y fue un éxito. Logré realizar mi práctica en 3 meses, y luego me contrataron como Full-stack junior. Aprendí muchísimo. Luego, gracias al lanzamiento de coach🧢, pude entender por qué no me contactaban ciertas empresas (porque era una desvergonzada postulando a cargos senior cuando en realidad era junior). Y fui puliendo mi manera de postular. Entendí que debía unificar mis aptitudes y buscar de manera acorde.
💪🏽 De la programación al contenido
El haber cambiado de rubro después de los 30 creó una especie de “inmunidad” al fracaso. Ya no existía esa ansiedad que tuve en algún momento. Salir de mi zona de confort fue lo mejor que me pudo pasar, porque ahora ya tengo la experiencia que necesitaba para emprender en el mundo TI.
Luego de pasar por la aventura de cambiar de rubro, un nuevo cambio apareció en mi vida laboral.
En un notable giro de los acontecimientos, terminé siendo contratada como Content Creator en Get on Board. Trabajo 100% remoto desde mi casa, lo que me permite estar más tiempo con mi hijo, sin dejar de realizar mis tareas. Estoy aprendiendo los nuevos gajes, investigando sobre estrategias de contenido y marketing, y aplicando lo que ya sé. Es la mezcla perfecta entre inglés, tecnología y redacción/edición.
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